Lo que los equipos viven en el día a día, puede ser una historia coherente, o algo en lo que no crean porque sea totalmente contrario a su experiencia. De esto habla el síndrome de desconexión: de ser coherentes.
El nivel de consciencia actual, lleva al liderazgo al reto de resonar en los demás a través de un propósito vibrante, y a conciliar propósitos personales y profesionales de los equipos.