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Coaching: entrenando el paso a la acción

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El coaching es una disciplina que puede ayudar a a cualquier directivo o equipo a conseguir mejores resultados. Simplemente es un guía, un acompañante o facilitador que activa y desbloquea.

Las funciones ejecutivas tienen mucho que ver con la función del coach, porque buscan cuáles son los déficits que tiene la persona a la hora de pasar a la acción e interviene sobre ellos.

Mucha gente me pregunta qué es en realidad el coaching, qué aporta a las organizaciones y las personas. En la mayoría de casos suelen apelar a la extendida expresión: «te ayuda a sacar lo mejor de ti mismo». Programas de televisión empiezan a utilizar la figura del coach, y hace que muchos se empiecen a preguntar que aporta con respecto a las figuras que ocupaban su lugar (entrenador, guía, etc), antes de que este concepto empezara a calar en nuestra sociedad. 

Las personas funcionamos por proyectos, y por ello planificamos constantemente en todos los ámbitos de la vida. Una futura empresa es un proyecto, como lo es la pareja o una amistad. Todos ellos requieren esfuerzos a dirigir. El plan es un método para hacer, mientras que el proyecto es un propósito de hacer. Hay planes que no son proyectos y viceversa. El coaching interviene tanto en el plan como en el propósito, e intenta que exista una correspondencia entre ambos, una alineación. La trayectoria que vamos a seguir puede servirse de una estrategia descendente, en la que descomponemos un gran problema general en problemas parciales, o ascendente, donde coordinamos planes inferiores bien estructurados para alcanzar una meta deseada. 

 Después de la psicología conductista, según la cual éramos recipientes vacíos en los que todo se deber verter, aparecen otras más optimistas en las que el hombre aparecía como una bellota, que bien cultivada podía llegar a ser un esplendoroso roble. Necesitaremos tiempo, luz, agua y un agricultor que nos ayude, pero el roble está dentro de nosotros desde el principio. Esa nueva tendencia defiende la necesidad de hacer cambios en nuestra manera de aprender, y más importante, en nuestra manera de enseñar, gestionar y delegar. 

En el seno de una organización, o en el ámbito personal, el coaching ayuda a plantear y planear acciones, más que a pensar en intenciones. Nos conduce de la pre-disposición a la disposición, de la pre-ocupación a la ocupación. 

Los tiempos sabemos que han cambiado, y era necesario un nuevo enfoque en la práctica de la gestión de personas. El entorno ahora es mucho más competitivo, más incierto, y las personas por su parte buscan sentido y autorrealización por encima de unas condiciones salariales que cada vez son más precarias. Es la evolución de la conciencia de la sociedad colectiva, en la que las personas quieren tener capacidad de elección y ejercer la responsabilidad personal. Esta requiere capacidad de elección, y la capacidad de elección requiere libertad. Las empresas han de aceptar la efectividad que tiene el coaching a la hora de descubrir los valores que la orientan y a la hora de conseguir una alineación con la misión y visión de la empresa, optimizando así el rendimiento de las personas de la misma. 

La formación y las tendencias de gestión optan por métodos de comunicación y delegación que fomenten el liderazgo personal de los equipos. De hecho, la consultora Overlap acaba de publicar su  Informe bianual de Tendencias en Aprendizaje y Desarrollo 2018-19, en el que identifica las doce tendencias que van a presidir las estrategias de formación y desarrollo en las organizaciones en el próximo trienio (2023-25). Inspirational Leadership es una de las tendencias que trae el desarrollo natural de estos tiempos, y el coaching se presenta como una vía óptima para la formación de este tipo de liderazgo.

Las empresas cada vez esperan más de sus empleados y la frecuencia con la que estos buscan sentido y propósito a su trabajo implica que los coaches han de adquirir más habilidades si pretenden resolver estas profundas cuestiones vitales. Se acaba la cultura de la culpa y el síndrome del “quemado”, donde el escaso control personal sobre el trabajo deja paso a la iniciativa, creatividad y autonomía personal.

FALSOS MITOS DE LO QUE ES EL COACHING

  Es un método de acción: es una forma de gestionar, de ser, estar, pensar, actuar y tratar a las personas. «El coaching se centra en las posibilidades del futuro, no en los errores del pasado» dice Jhon Whitmore.   

  • NO es una filosofía, No es un dogma en el que creen las personas optimistas.
  • NO es algo exclusivo de las grandes empresas. Actualmente muchos autónomos empiezan a utilizarlo para llevar a cabo sus planes de negocio.
  • NO enseña.Ayuda a crear las condiciones necesarias para aprender y crecer.

Esta vaga definición nos puede acercar algunas pistas sobre lo que implica el coaching. Es siempre un entrenamiento, en el que no se “ordena” (es una palabra que no aparece en esta definición), es decir, se tutela o se guía a una persona a través de un camino previamente escogido, para alcanzar una meta u objetivo deseado.

Para desarrollar el Coaching, se recurre a una amplia variedad de técnicas de la psicología transpersonal, técnicas activas psicodramáticas o de role playing, feedback, etc.

 Ayuda a descubrir el cómo hacer las cosas, y el qué hacer para alcanzar un destino prefijado. El coach establece una relación de confianza con el coachee, y así recorren el programa juntos. Algo a recalcar, es que en una sola sesión es muy difícil ver los resultados que puede ofrecer esta herramienta. Una buena aplicación de esta técnica requiere siempre, un compromiso prolongado y perseverante en la acción. Así, el que recibe las sesiones habla sobre sus metas, y  no se le ofrecen respuestas, sino que uno mismo va respondiéndolas según sus necesidades, perspectivas, propósitos, ambiciones, etc. Al fin y al cabo el proceso está orientado a que el cliente aumente considerablemente su rendimiento, ya sea en su vida profesional o personal, y por lo tanto recoja un mayor número de éxitos.  

Las «grandes metas» que siempre nos planteamos se convierten en objetivos a subdividir en pequeñas unidades que se han de planificar e ir conquistando para en un tiempo lograr el objetivo final. Enemigo de la procrastinación, dejar las cosas para “un después”,el coaching intenta remitir los efectos de la incontrolabilidad y la indefensión de las personas, que tienden a aprender que sus respuestas no son relevantes para la consecución de un determinado resultado. Seligman ya avisaba de esto cuando en Indefensión decía: para la recuperación de un sentimiento de indefensión hemos de tratar que las metas y objetivos importantes se muestren al alcance, y que sean reducidos o modificados de forma que sean realizables. 

Estas líneas de Samaniego describen bien la actitud que solemos adoptar muchas veces, cuando anticipamos el resultado de una acción a la puesta en marcha de la misma. “No va a pasar nada”, “si es que es imposible”, “si es que eso es muy difícil”. Como en las personas todo lo dicho al final constituye todo lo hecho, efectivamente, no pasa nada, a resultado imposible. 

El coaching no piensa que absolutamente todo sea posible, pero si tiene en cuenta que todo lo que el coachee se plantee y esté en sus posibilidades o por encima de ellas, le permita llegar a unas metas alcanzables.Es como la pequeña conciencia del hombro que veíamos en los dibujos animados, pero sin esa tilde ética o moral. Hemos de tener en cuenta que uno de los procesos sociales que más afectan a nuestra diligencia, es lo que la psicología llama el locus de control interno, es decir, la percepción de que los resultados de las acciones no dependen de factores externos como el azar, sino de nosotros. 

En el coaching se trabajan dos líneas fundamentales, la conciencia, postración en la realidad, y la responsabilidad personal, el grado en que nos consideramos partícipes de las consecuencias de nuestras acciones, y la repercusión en nuestros resultados.

Sus orígenes se remontan muchas disciplinas, desde la filosifía a otras muchas. Su aplicación comienza sobre todo en el deporte, en concreto al tenis y el esquí, donde el rendimiento de los atletas de élite ya no solo dependía en gran medida de sus aptitudes físicas, sino que existía un factor psicológico que determinaba en algunos un rendimiento extraordinario. Las obras de Timothy Gallwey (pedagogo en Harvard y experto en tenis), que estudió la enseñanza del tenis, esquí y del golf contribuyeron en gran medida a extender este punto de vista en el deporte de alta competición. Para este autor el juego interior era algo así como el estado interior de cada jugador, y así decía: «El oponente que habita en la cabeza del propio jugador es más formidable que el que hay al otro lado de la red». Leyendo esta cita de Gallwey cualquiera se puede imaginar de que se trata. Todos hemos vivido situaciones en las que ha sido nuestra propia cabeza, nuestro juego interior.  

En la actualidad su uso se extiende a muchos ámbitos, entrando actualmente en las organizaciones y en las personas como proceso de autodescubrimiento personal y para incrementar el rendimiento. A nivel europeo, el coaching se está empezando a utilizar incluso en programas orientados a la educación vial.

Goleman incidía hace poco en la necesidad de probarlo, como una vía de entrenamiento en la gestión emocional. Estas son las frases con las que acababa una reciente publicación en LinkedIn: And the good news: if you didn’t master in earlier life the emotional intelligence abilities you need for your job, it’s never too late. Get a coach.

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