Crear ideas potentes y creativas supone hacer siempre un esfuerzo extra porque implica mirar fuera de la caja e ir siempre más allá.
Si aprendes a diferenciar la potencia y creatividad de una idea en tus equipos, sabrás identificar rápidamente las que merecen la pena poner en marcha.
¿Por qué cuando tenemos ideas unas veces pasan de nosotros y otras nos las compran sin pensarlo?
Llevo un tiempo pensado en lo que hace que una idea tenga potencia. Cuando digo potencia, me refiero a capacidad de penetrar en la otra persona, en las personas que están reunidas contigo en algún momento, en tu pareja cuando la escucha, o en tu compañero de trabajo cuando estáis realizando una tarea.
Vamos a entenderla como la capacidad de impacto en los demás, capacidad de ser aceptada y validada por los otros, y de participar en la realidad saliendo del mundo mental. Eso sí, vamos a pensar que en los contextos que imaginemos todas las demás constantes serán buenas y constantes(ceteris paribus) para que una idea tenga potencia. De este modo la potencia solo va a depender de nuestra capacidad de despliegue.
Siempre que tenemos una idea para compartir con los demás, sobre todo en el trabajo, queremos que ésta llegue a ser escuchada, y sobretodo que llegue a ponerse en práctica. En todos los ámbitos de la vida presentamos ideas a los demás diariamente, y nos las presentamos a nosotros mismos para solucionar los problemas que se nos presentan. Hay algo en el ADN de las ideas que hace que pasen de largo y vayan al cielo de las «no tan buenas ideas», un sitio olvidado por todos, o que por el contrario, pasen a quedarse en la realidad para modificarla o completarla.
Dos de las definiciones que Wordreference hace de esta palabra nos pueden servir para explicar lo que quiero exponer: Capacidad para ejecutar algo o producir un efecto (Ej. potencia visual). Es decir, la idea que queremos crear parece tener las cualidades para «ejecutar» algo…hacer pasar a la acción algo, y producir un efecto. La idea que no tiene potencia, no pasará al plano de la acción, ni producirá efecto alguno sobre los demás, y menos sobre la realidad.
Nivel 1.
Las ideas con potencia de nivel más bajo son aquellas que, una vez expresadas, vuelven de inmediato al interlocutor que las expresa, tal como su cabeza las trajo al mundo. Cuando las expresamos a otra persona, esta cambia de tema al instante, evade su respuesta, o simplemente nos da la sensación de que «le entra por un oído y le sale por otro».
Si consigue producir respuesta, las más asociadas a este tipo de ideas son: «umm…no lo veo eeh», «no me parece mala idea», «Si…esta bien». Ya sabes, si sueles escuchar este tipo de respuestas debes replantear tu estrategia, los de tu alrededor no valoran tus ideas, o no son lo suficientemente asertivos como para expresar su opinión al respecto.
Disfunciones: creatividad muy baja, contemplan solo la perspectiva del emisor de la idea, pueden no estar bien diseñadas ni comunicadas.
Ejemplo: Cariño, Esta noche vamos a ver la última película de Batman, ¿no?
Nivel 2.
Estas tienen una potencia algo mayor. Suelen ser escuchadas y tomadas en cuenta, pero siempre se quedan en el plano mental de la cabeza generadora y las receptoras…casi es una buena idea. No pasan a la práctica porque el «pero» es mayor que el «para» que activaría la acción.
Suelen estar acompañadas de «Me parece una buena idea, pero es mejor si…»,«ya, tienes razón, pero…». Esto es, quieren hacerte creer que no está mal, pero aun les parece una idea bastante mala, de ahí la replicación adjunta que le acompaña en la mayoría de los casos.
Disfunciones: creatividad baja-media, tienen algo en cuenta la perspectiva del receptor, presentan una mayor elaboración, pero no tienen apenas impacto.
Ejemplo: Cariño, ¿quieres que esta noche vayamos juntos al cine?
Nivel 3.
Las ideas que se encuentran en este nivel, ya las podemos calificar como «potentes». Son las primeras de estos tres niveles que acceden a la realidad a través de su puesta en práctica. Cuando el interlocutor las recibe, son escuchadas, suelen ser aceptadas y se tienen en cuenta «como una posible opción» de actuación. No obstante, suelen acompañarse de algún tipo de reajuste o modificación, venida de la forma original de la idea. El reajuste puede hacerlo el propietario de la idea, el receptor de la misma, o ambos al mismo tiempo.
Suelen estar acompañadas de respuestas como: «Es una idea genial, y además podemos…», «yo también había pensado algo parecido», «la verdad es que podríamos intentarlo»
Disfunciones: creatividad media, ya tiene en cuenta la perspectiva del receptor en su diseño y elaboración, pero su nivel de innovación no es el suficiente como para impactar directamente y pasar de la formulación a la implementación directamente.
Ejemplo: Cariño, ¿Esta noche te apetece ir al cine? ¿Qué película podríamos ver?
Nivel 4.
Son ideas excelentes, aceptadas por los demás sin vacilación. Activan la puesta en marcha del receptor o del equipo si se dan dentro de él, de forma automática y directa. Nadie las pone en duda al principio. Los demás las perciben como la «vía de escape», como la «propuesta esperada», la clave para avanzar o empezar un nuevo camino.
Suelen estar acompañadas de aprobaciones tales como: «Te la compro», «Es una muy buena idea»,»¡a por ello!», «Genial, pongámonos en marcha», «¿como se te ha ocurrido eso?
Estas son las mejores ideas, son muy creativas, tienen aplicabilidad (son innovadoras) y han sido pensadas y diseñadas teniendo siempre en cuenta el punto de vista del receptor. Lo que las hace además las más potentes es que se cuida hasta la forma de transmitirla.
Ejemplo: Cariño, ¿que te parece si vamos hoy al autocine? Nunca hemos ido, podemos comprar la cena de camino y ver la película de la que el otro día hablamos.
Aunque de ámbito amoroso, los ejemplos creo que clarifican los niveles de potencia que una idea puede presentar. Te preguntarás que es lo que da potencia a una idea. Las disfunciones de los primeros niveles te pueden orientar un poco, pero de todos modos hablaremos de esto en la siguiente entrada, y mientras tanto: