Como todas las emociones, la frustración tiene una utilidad para el cuerpo y para el pensamiento.
Si no sintiéramos frustración, por ejemplo, no volveríamos a intentar las cosas que no nos salen. No pensaríamos tanto en el porqué de que no hubiera éxito.
En la última entrada hablamos sobre objetivos. Ahora vamos a hablar de la emoción que muchas veces acompaña la persecución de metas o proyectos determinados, ahora mismo, la emoción de nuestro país: la frustración. Siempre la percibimos como un sentimiento o estado de ánimo negativo, asociado a lo que expresa una persona de nuestro entorno cuando no logra algo, y viene a nosotros y dice: me siento frustrado. Si no obtiene solución, en un tiempo seguramente esta sensación derivará en un: me siento impotente.
Las personas que sobre todo están orientadas al logro, si no tienen recursos para domarla, pueden entrar en crisis profundas. No obstante, es un sentimiento útil si se sabe gestionar, de ahí el título de esta entrada en positivo. Si no existiera, simplemente no reintentaríamos los proyectos, simplemente fallaríamos, y no llegaría la superación.
La palabra deja entreverlo, «frustra-acción». Gestionada, pasa a ser «confronta-acción» o «super-acción», lo que activa la puesta en marcha, reinicia la acción.
Para mi, hay dos predisposiciones que las personas decidimos adquirir. De este modo, hay personas que hacen y son «a pesar de», y otras que hacen y son «con pesar de». Así, de este sentimiento de cabreo, mezclado con otros de inconformismo, en mi opinión se pueden derivar dos actitudes:
- Por un lado, una de reto y afrontamiento, de generación actividad nueva para cambiar el entorno. El que se frustra no se conforma con lo que pasa, de ahí su sentimiento. Alfred Adler decía «Ser humano significa sentirse inferior», yo prefiero decir que ser humano significa querer ser mejor. No es lo mismo. Cuando entran en conflicto con una situación, estas personas suelen utilizar un nuevo enfoque, o nueva propuesta, algo que tiene mucha más capacidad de movilizar que una queja.
- Por otro lado, una actitud de rebeldía, a la que acompaña un sentimiento de que el entorno o las circunstancias son injustas con uno mismo. Este tipo de actitudes están justificadas, en cuanto que muchas veces elementos del entorno son los que frustran nuestros objetivos. No obstante, siempre nos va a aportar mejores resultados adoptar la primera actitud. Cuando la frustración madura y permanece en forma de un estado de ánimo negativo, puede derivar en emociones negativas de mayor intensidad, como la ira o la amargura. Las personas que no la gestionan desarrollan las personalidades que conocemos como «amargadas» o «resentidas», y siempre se quejan de lo que les pasa.
Cuando me preguntan si soy una persona optimista, yo afirmo que no exactamente. Cuando me enfrento a nuevo reto, un proyecto, o un problema, activo un pre-sentimiento, es decir, la anticipación de un sentimiento, de que todo va a salir bien, que todo va a salir como yo deseo o espero. De esa imagen o visión es de donde saco la energía para continuar, y luego ya veré si debo reiniciar o cambiar de estrategia hasta llegar donde quiero.
Que estés frustrado quiere decir que no te gusta tener, hacer o ser «cualquier cosa». No te conformas con tu rendimiento, no te conformas con tu resultado, no te conformas con tu realidad. Dentro de ti hay un yo que no se conforma con lo que hace, con lo que obtiene o con lo que es.
Esto me parece una gran suerte. Ten en cuenta de que a la conformidad, le viene de la mano una sensación amiga, la comodidad. La comodidad está íntimamente relacionada con la zona de confort, una de la que debemos de huir si de lo que tratamos es de salir adelante de una situación frustrante.
¿Qué utilidad tiene entonces la frustración?
Si estas frustrado, me estás diciendo que has intentado algo, que seguramente te habías propuesto, sino este curso no se sucedería. La frustración es una emoción de intensidad similar a otra con la que no solemos simpatizar: la tristeza. ¿Crees que puede existir algún tipo de utilidad en la frustración al igual que en la tristeza? Pues bien, ambas son de intensidad baja, y su utilidad proviene del estado pensante y reflexivo que adquieres al estar ellas presentes.
Si bien es cierto que la frustración añade a la tristeza una queja formal, que intenta replantear una acción, resultado o proyecto frustrado. Te guste o no, necesitas pasar por este estado para llegar a mejores conclusiones, para reorganizar tus recursos, para mirar desde otra perspectiva, subir un escalón, y de la frustración poder pasar a la «logración».
Dicen los expertos que la adversidad tiene el don de despertar talentos que, en la comodidad habrían permanecido dormidos. La frustración es una forma de adversidad, así que también despertará en ti flexibilidad y re-adaptación. Además tolerar la frustración desarrolla tu resiliencia, algo que necesitas para trabajar, para emprender, y para soportar la vida. Boris Cyrulnik dice que ésta es el arte de metamorfosear el dolor y dotarlo de sentido.
Esto es lo que decía sobre la frustración un artículo reciente de Pearson, la mayor compañía de servicios educativos y editora de libros a nivel mundial, y una de las más importantes en innovación educativa: «en los niños, es con frecuencia el iniciador de la conducta problemática, y se necesita una cantidad considerable de tiempo para que un niño aprenda a lidiar con ella».
Esto sin dudarlo nos pasa a los adultos, y es una de las emociones que más nos afecta. Vamos a observar, algunos de los factores que producen la frustración en los niños, y de los que podremos sacar cosas interesantes:
- Cuando el niño se detiene porque algo interrumpe su actividad. De aquí la importancia de dar iniciativa, y no liderar desde el «dirigir» si nuestro equipo ya conoce bien la tarea.
- Cuando el niño no puede conseguir algo que estaba esperando tiempo. De aquí la importancia de que las personas conozcan que expectativas existen sobre ellas, y gestionar el compromiso con transparencia.
- Cuando hay juguetes y equipos insuficientes y no ve nada que pueda utilizar como sustituto. De aquí la importancia de ofrecer herramientas adecuadas, adaptadas y suficientes para realizar el trabajo. La importancia de la creatividad y flexibilidad para conectar y reorganizar recursos.
- Cuando se anima a intentar actividades, pero luego son demasiado difíciles. De aquí la importancia de acompañar y guiar en los procesos de cambio, y del «paso a paso» del proceso de aprendizaje.
- Cuando se produce un cambio en las rutinas familiares o actividades escolares. Esta es una de las situaciones que más se suele dar en cualquier organización. La rutina y la costumbre acomodan, y el cambio frustra a quien no está preparado, o no quiere estarlo…
Puede ser que desde pequeño no nos hayan entrenado a superar la frustración, pero como suelen decir los profesionales de la GESTALT, la infancia puede explicar la vida adulta, pero no la justifica. Todo esto no quiere decir que debamos huir de la frustración, ya que por ejemplo, el psicólogo Jean Piaget afirmaba que adquirir la capacidad para hacer frente a la frustración es una parte importante del desarrollo emocional de la persona.
Y ahora dime: ¿frustración o “logración”?
En la próxima entrada hablaremos de como podemos utilizar habilidades de liderazgo para gestionar nuestra frustración y la de los demás.