Como líderes debemos ser capaces de generar espacios para el diálogo y la expresión emocional de cara a que los equipos no supriman lo que sienten.
La supresión emocional es uno de los procesos sociales que más ocurren en las empresas, y tiene efectos negativos para la salud.
Dependiendo del contexto donde nos hemos criado, estamos más o menos acostumbrados a expresar nuestras emociones.
– Hijo, no llores ¿por qué lloras? Todos tenemos esta frase grabada, que nos repetían nuestros padres cuando teníamos un conflicto, y llorábamos desconsoladamente.
Si que es cierto que cuando éramos niños solíamos expresar nuestras emociones, pero de forma sobreactuada, porque queríamos llamar la atención sobre algo que nos sucedía (esto a veces también pasa en la vida adulta).
En la mayoría de contextos había una creencia esclava de la costumbre: débil es la persona que muestra sus emociones, porque no es capaz de contenerse. Ahora sabemos que el “débil” es el que no las puede autoregular.
La supresión emocional se suele producir por contexto de inseguridad, falta de confianza o ausencia de liderazgo.
Hablamos de la supresión emocional, un fenómeno que sucede cuando las personas comprimen, reprimen, o lo que es peor, anulan la expresión de sus emociones. La emoción no es suprimida, solo la expresión, lo que quiere decir que hay algo por el cuerpo que no hemos gestionado.
Como vimos con la frustración, todas las emociones son útiles si se entiende su usabilidad, y por ello no han de ser esclavas de la represión, sino más bien compañeras de la regulación y liberación.
Explorando sobre el concepto, encontré un interesante artículo de un profesor de la Britihs Columbia University, Canada. La pregunta que introduce el artículo es sugerente: Why can‟t I cry? Even when I know things are sad, why can‟t I cry?” ¿Por qué no puedo llorar si me entero de cosas tristes? Lo más interesante en su exploración sobre la supresión emocional en niños son los testimonios de los mismos:
- No nos estaba permitido llorar. Porque nos enseñaron de esa manera, era realmente muy duro no poder llorar, (o ) hasta se ríen si nos ven».
- Yo había construido este muro a mi alrededor, por todas partes … desde que era pequeña».
- … para mí, era una de las cosas más difíciles…quitarme ese escudo . No era un escudo, era una armadura, muy espesa».
(“Making The Classroom A Healthy Place: The Development Of Affective Competency In Aboriginal Pedagogy”, Francis Lee Brown, (2004) Unpublished Ph.D. Thesis, Department of Educational Studies, University of British Columbia)
A todos estos niños se les había educado en la represión, en lo que se suponía que era una protección contra su propia debilidad. No podían de esta forma desarrollar autonomía emocional: aprender que, independientemente de las circunstancias, cada uno de nosotros tenemos cierta libertad para decidir y escoger cómo queremos sentirnos, siempre y cuando sea algo natural.
De ahí que manifestaran comportamientos polarizados, de ira, y de sobreactuación. Un dique no puede mantener agua de forma ilimitada.
¿Cómo tengo yo en cuenta en mi día a día la supresión emocional?
Yo utilizo una estructura de conversación para identificar y evitar la supresión:
- Cuando me encuentro a alguien le pregunto: ¿Cómo estás? (En el 80% de los casos la respuesta suele ser “Estoy bien”, pero yo no me conformo con eso…).
- Si leo en la corporalidad de la persona que algo no va bien vuelvo al contraataque y se lo transmito: Noto algo en ti, que me dice que no estás del todo bien.
- Entonces sale la expresión típica de la represión: No importa Juan, si no es para tanto.
- Tras esto, y si veo indicadores de que la persona está reprimiendo algo que quiere dejar salir, vuelvo al contraataque hasta que la emoción es expresada.
No olvides que el cuerpo de otra persona, o el tuyo mismo, te dirá cosas que ni sus palabras ni tu dialogo interior podrán enmascarar. Lo que el cuerpo intuye, la mente lo influye. Yo siempre me fío más de lo que me dice el cuerpo. Las personas tienen ganas de expresar como se sienten, y crear un clima que favorezca este hábito es responsabilidad de todos y cada uno de los que componen un departamento o empresa.La supresión emocional hace perder dinero a las empresas, y también se relaciona hasta con la accidentalidad de sus trabajadores.
La supresión emocional hace perder dinero a las empresas, y también se relaciona hasta con la accidentalidad de sus trabajadores.
«Hay un fuego que se enciende en mi corazón,
Rolling in the Deep, Adele
alcanzando una temperatura extrema,
y me está sacando de la oscuridad».
Todas las emociones son legítimas de ser sentidas.
Es bueno transmitir que todas las emociones tienen el derecho a «ser legitimadas», una expresión que conocí con Laura Marí, una de las mayores conocedoras de Inteligencia Emocional que he conocido. Luego otro tema diferente es si son adecuadas o tienen una dimensión justa con la situación.
En ocasiones nos encontraremos con profesionales que pueden exagerar o sobredimensionar una experiencia. En este caso, lo que haremos normalmente será reencuadrar a la persona con una perspectiva de normalidad o de conciencia adecuada.
Pero en general, la gente siente desde su propia perspectiva, una muy diferente a la nuestra. Si ha habido en tu cuerpo una respuesta fisiológica a una situación, algo te quiere decir, por lo que no puedes dejar a medio ese circuito, debes de cerrarlo, ya sea con una conversación con esa persona o contigo mismo.
Más trascendental es aún, cuando el inconsciente te ha hablado.
Y, ¿Qué podemos hacer para no suprimir o reprimir nuestras emociones?
La respuesta es simple: conversar sobre ellas. Freud veía la solución de los problemas de sus pacientes en que el Inconsciente, es decir, ese huésped desconocido que albergamos en nuestro interior, se convirtiera en yo, es decir, se hiciera consciente.
Solo esto podía hacerse mediante las palabras. Lo mismo pasa con las emociones, que necesitan muchas veces una conversación con uno mismo, o con el otro para no estar guardadas en lo reprimido.
Para Freud la «cura por la palabra» se hacía posible si el paciente las expresaba, en vez de permitir que quedasen atrapadas en su cuerpo.Así decía, que lo que enferma al paciente es el silencio. Lo reprimido es lo no dicho.
Así decía, que lo que enferma al paciente es el silencio. Lo reprimido es lo no dicho.
Y tu, ¿siempre estás bien? Pregúntatelo a ti mismo/a, y ve a preguntar a los demás.
Nos vemos en la acción, 😉