El sentido del proyecto: Nelson Mandela
No puedo evitar, en un día como este, tener que dedicar una entrada a una de las mayores referencias de mi vida: Nelson Mandela. Estas palabras a modo de pie de foto son de un poema titulado Invictus, de Henley. Las leia todas las noches durante su largo cautiverio, y representan la capacidad que tenía para perseguir un objetivo, un ideal. Sin lugar a dudas, es uno de los mejores ejemplos que he conocido de liderazgo, tanto hacia los demás, como de autoliderazgo hacia uno mismo. Los que hablan sobre el siempre lo describen como una persona que tenía un espíritu inquebrantable, y que si se proponía algo nada lo podía detener. Este tipo de actitud siempre me ha servido de ejemplo, y de cómo con astucia, perseverancia, humildad e integridad, uno puede llegar a conseguir casi cualquier cosa que se proponga. Siempre decía que ya no era hora de apelar a la razón de un país dividido por el apartheid, sino que la forma de conquistar a los afrikaners era apelar a sus corazones. De este modo, consiguió conquistar a sus carceleros, líderes políticos de la oposición y a un país entero.
Como habrás observado, esta entrada lleva como cabecera El sentido del proyecto. Es un término que a mí me parece fundamental para vivir con sentido tanto la vida personal como la profesional, y algo que ya observó por ejemplo Seligman cuando estudiaba la desmotivación que sufrían sus alumnos de la universidad. Decía que carecían de esta capacidad de visionar, proyectar una idea a largo plazo, y mantener su esfuerzo, perseverancia e ilusión en un objetivo lejano. Se nos olvida a veces que lo que da sentido a las organizaciones y a las vidas humanas, es tener proyectos en los que trabajar: para crear algo nuevo, modificar algo que ya exista, o mejorarlo. Y un proyecto no es necesariamente una tarea compleja, ni el cumplimiento de un objetivo empresarial. Un proyecto puede ser ayudar a un amigo, mantener unida una familia, o crear un mejor clima en mi empresa. Un proyecto puede ser tener que despedir a 100 trabajadores, pero intentar aplicar políticas de outplacement causando el menor impacto negativo posible. Un proyecto puede ser activar la responsabilidad social de tu empresa. Un proyecto es cualquier cosa que te propongas que pueda hacer que camines hacia adelante. No necesitas tener un proyecto tan grande como el de Nelson Mandela, como era acabar con el aparheid en Sudáfrica, solo necesitas algo que te invite a avanzar. Pero debes tener una cosa en cuenta, que este personaje mantuvo constante a lo largo de toda su vida: debes entrenar.
Madiba hacía ejercicio todos los días porque tenía que estar fuerte para superar lo que le esperaba a su salida, un ejemplo de proactividad y perseverancia. Aprendió el idioma y la afición reina de sus opresores, el afrikans y el rugby, para ganarse la confianza y tener puntos de conexión con las personas a las que quería seducir. Combino esto con una gran capacidad de relación social, imprescindible para mejorar su posición hasta salir de la cárcel. Pensaba que su causa era justa, porque se trataba de la dignidad de todos los seres humanos, una maravillosa forma de entender la diversidad. Tenía una concepción sorprendente sobre cómo operaba cada elemento del sistema que intentaba desequilibrar. Todas estas herramientas, propias de un maestro en la gestión del cambio, y orientadas por un proyecto, son las que le llevaron a conseguir lo que ningún otro hombre logró.
Viktor Frankl es otro gran ejemplo de sentido del proyecto. Siendo prisionero en varios campos de concentración durante más de tres años, una de las cosas que lo mantuvo con vida, era tener un proyecto a realizar: escribir un libro sobre el sentido personal del ser humano. De hecho, observó que aquellos presos que carecían de este sentido, perecían mucho antes que el resto, con las mismas condiciones de salud. Así iba anotando sus ideas, preguntaba a los otros presos, y trabajaba día a día en su proyecto. Te puedo recomendar que hagas como hizo él: escribe en un pequeño papel algún objetivo que sea importante para ti, o el nombre de una persona que aporte sentido a tu día a día. Después guárdalo en tu cartera, o en el bolsillo de tu chaqueta. De este modo todos los días te recordarás a ti mismo lo que aporta significado a tu vida o tu trabajo.
Estas son las palabras que le ha querido dedicar John Carlin, uno de los que mejor le conoció. Es el autor del libro El factor Humano, sobre la vida de Mandela. Así acababa su último artículo publicado:
En una ocasión pregunté al arzobispo Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz como Mandela y una de las personas que le conocían más de cerca, si podía definirme su mejor cualidad. Tutu se lo pensó un momento y entonces, con aire victorioso, pronunció una palabra: magnanimidad. “Sí”, repitió, la segunda vez en tono más solemne, casi en un susurro: “¡Magnanimidad!”.
Un sinónimo de magnanimidad podría ser grandeza. Es posible que no volvamos a ver nunca a nadie igual.
Que viva por siempre Madiba.