Nuestro día a día es una constante lucha entre dos flujos de pensamiento o de corriente eléctrica y nerviosa: los circuitos ascendentes y los circuitos descendentes.
Una forma más antigua o moderna de pensar, pero ambas necesarias para nuestra inteligencia en el día a día personal y profesional.
Un mecanismo mental forjado durante miles de años para pensar más emocional o racionalmente.
Las emociones nos permiten reaccionar con cierta inteligencia sin tener que pensar. Llevan la historia de la evolución, de lo que nos pasó y a lo que tuvimos que reaccionar y enfrentarnos. Es por ello que la neurociencia ya ha demostrado que las emociones ayudan a la razón en las mejores y peores situaciones, le ayudan a tomar las mejores decisiones o a veces la contaminan para tomar las peores de forma automática y poco consciente. Lo queramos o no, nuestro pensamiento está lleno de subjetividad, esto es, de emocionalidad e identidad.
Vamos a imaginar que en el cerebro existen sistemas o centros, que Damasio llama de alto nivel y de bajo nivel. Unos centros que conectan las cortezas prefrontales al hipotálamo y al tallo cerebral, y que constituyen lo que llamamos razón.
La carrera de abajo hacia arriba: las emociones y los impulsos instintivos.
La expresión «ascendente» o (de abajo arriba) es la que actualmente se utiliza para referirnos desde la ciencia cognitiva a las operaciones del cerebro realizadas por los sistemas del cerebro inferior. Del sistema límbico, hacia arriba. Lo que Marina llamaba el sistema o la inteligencia generadora, nuestro desván o biblioteca sagrada.
Sobre los niveles inferiores dice Damasio: «…son los que regulan el procesamiento de las emociones y los sentimientos, junto con las funciones corporales necesarias para la supervivencia de un organismo. A su vez, estos niveles inferiores mantienen relaciones directas y mutuas con prácticamente todos los órganos corporales, colocando así directamente el cuerpo dentro de la cadena de operaciones que generan las más altas capacidades de razonamiento, toma de decisiones y, por extensión comportamiento social y creatividad»
(Damasio, 2008. El Error de Descartes, Pág. 11).
La carrera de arriba hacia abajo: la razón o pensar ejecutivos
El nivel de la «mente descendente» es más lento, y hace tan solo unos cientos de miles de años han asentado su maduración. Es voluntario o, mejor dicho, volitivo, tiene intención. Requiere mayor esfuerzo, y es el asiento de nuestra capacidad de autocontrol. Nos ayuda a templar emociones, y a sustituir rutinas automáticas. Procesa secuencialmente las cosas, y necesita analizar y combinar información de la memoria para decidir lo que vamos a hacer. Es la creadora de la planificación, la deliberación, es la base de la metaconsciencia y la reflexión. Es la que nos ayuda con la gestión del aprendizaje, y la construcción de proyectos.
¿Cuál es la información más valiosa para nuestro día a día?
Según la situación, lo que requiera la experiencia que tengamos delante, necesitaremos una respuesta mayormente ascendente o descendente. Si un tigre nos quiere comer, una respuesta ascendente será la mejor solución. Si queremos acabar nuestro trabajo de fin de máster, la mente descendente necesitará comenzar su reinado.
Debemos tener en cuenta que el sistema y los circuitos descendentes funcionaron de maravilla para el contexto en el que vivíamos, que requería de respuestas adaptativas y rápidas al ambiente. Hace mucho tiempo re-accionábamos al ambiente, teníamos un comportamiento reactivo normalmente conducido por la naturaleza emocional.
Ahora nos esforzamos por ser re-flexivos y pro-activos, para anticipar lo que podrá pasar e inventar respuestas que no son la reacción lógica a una pregunta del ambiente o de los demás. Los circuitos ascendentes en este sentido, seguirán haciéndonos de las suyas, porque la evolución les otorgó una entrada en palco de por vida.
¿Por qué es importante tener en cuenta esto en nuestro día a día?
Para poder hacerle caso a todos los tipos de información que nos da tanto el cuerpo y la intuición de forma ascendente, como a los raciocinios de la mente fría o más templada descendente.
El cuerpo entero está participando en la percepción y el pensamiento, para aportarnos información visceral, pero también para dejarnos pensar que es más correcto o para encontrar justificaciones.
El ideal es siempre un equilibrio: a veces razonar y justificar si es necesario, y otras dejarnos llevar por una información que nace por respuesta a un sistema más antiguo pero muy muy sofisticado.
Nos vemos en la acción 😉