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El GAP ejecutivo entre teoría y práctica. Salimos, pero nos tomamos solo una copa.

Eficacia personal: de la teoría a la práctica

La inteligencia no se comporta igual en la teoría como en la práctica por una sencilla razón: el contexto al que se enfrenta es muy diferente.

La inteligencia ejecutiva y sus funciones ayudan a solucionar este gap que nos afecta a todos en la vida personal y organizativa.

¿Qué hay entre lo que nos proponemos y lo que realmente llevamos a cabo? ¿Por qué dejamos cosas en el tintero? ¿Por qué mareamos la perdiz y pensamos en cosas que luego no hacemos?

¿Es pereza o falta de tiempo? ¿Es que no somos productivos?

Si de algo estamos seguros, es que la inteligencia no funciona igual en estos ámbitos tan diferentes: la teoría y la práctica. En una entrada anterior veíamos que déficits o dificultades tenemos a nivel personal por lo que no solemos llevar a cabo lo que nos proponemos, y en otra qué déficits o dificultades tienen las organizaciones a la hora de llevar a cabo objetivos y proyectos. Bueno pues todos ellos causan un efecto conjunto en un sistema cualquiera: separar el pensamiento de la acción. Potenciar el «del dicho al hecho hay un trecho». Si yo pienso en una acción, pero en medio no mantengo mi atención, y una cosa me distrae, al final seguramente ejecute otra acción diferente no tan alineada con mi proyecto de ese momento, y con ello no habré conseguido llevar a la práctica lo que me propuse.

Tanto las otras personas, como las situaciones, como nuestros propios hábitos y pensamientos pueden hacernos vivir «separados» de la realidad que deseamos construir día a día. Aquí es donde la inteligencia ejecutiva ayuda a activar un modo que nos acerca la teoría a la práctica a través de sus funciones ejecutivas. Da coherencia al pensamiento-acción.

Por un momento, vamos a imaginar una situación que a todos nos va ser familiar:

Es Viernes por la tarde, aproximadamente las 20 pm, y Luis llama a Juan para decirle:

Luis: Juan, esta noche he pensado que podríamos ir al Bar Cortex a tomarnos una cervecita y hablar un poco de la vida, que hace tiempo que no lo hacemos.

(En principio, a Juan le parece bien, aunque al día siguiente quiere aprovechar el día y hacer todas esas cosas maravillosas que había planeado dejar para solucionar durante el fin de semana. A la mente de Juan vienen muchos recuerdos de situaciones similares, en algunas en las que ha salido airoso y otras en las que ha vuelto haciendo el pino puente. Pero tiene autoconfianza, y cree que saldrá airoso de la situación de este Viernes y volverá pronto, sobre todo porque le mueve un proyecto: lo que tiene que hacer el sábado. Entonces acepta la invitación). Le dice:

Ju
an: Vale Luis, en realidad me apetece. Eso sí, nos tomamos una y nos vamos, porque mañana quiero aprovechar el día.

Luis: Claro, yo también tengo cosas que hacer. Una y nos vamos, te lo prometo. (Ojo que Luis no es un liante, quizá también tenga en su mente como proyecto principal algo que hacer en el día siguiente. Pero Luis quiere dejarse llevar…).

No nos comportamos igual pensando en la situación, que estando en ella.

En esta situación, Juan (y quizá Luis) ha obviado una condición fundamental de la inteligencia: no trabaja igual en un contexto no real, y además de pensamiento teórico, que enfrentándose a una realidad que además es práctica. No nos comportamos igual pensando en la situación, que estando en ella. El segundo caso es mucho mas complejo y requiere de muchos más recursos para la inteligencia.

Cuando Juan estaba en casa, el contexto que le rodeaba era un contexto tranquilo, sin apenas estímulos mas que la llamada de su compañero Luis. Incluso sin conversar con su amigo, los estímulos que le sacarían de casa para salir a tomar algo son sus propios pensamientos, el recuerdo de sus experiencias, sus deseos de divertirse y socializarse y otros. Pero todo esto está en la cabeza de Juan, porque la realidad es su casa. En este contexto, es donde Juan ha formulado una decisión con unas acciones asociadas: voy a salir a tomarme una copa y volver pronto.

Pero, ¿y que pasa cuando Juan llega al sitio donde ha quedado con Luis?

Pues que la inteligencia no se va a encontrar con el mismo contexto en el que formuló su decisión o hipótesis de lo que iba a pasar. Ahora la inteligencia de Juan va a tener estímulos frente a ella, que en casa su contexto «tranquilo y teórico» no tenía. Y estos pueden ser:

– Que a Juan le guste la música que suena en el local.
– Que hayan otros amigos que Juan no esperaba encontrar.
– Las expectativas de estos amigos para que se quede y no se vaya pronto.
– Los ánimos a quedarse de su amigo Luis, que se está divirtiendo con él. Mas expectativas.
– Quizá haya una chica que a Juan le atraiga.
– El ambiente del lugar, el olor y la iluminación.
– El inicio de la desinhibición por la primera copa. Es algo químico ya.

Conclusión: Juan y Luis acaban hasta las tantas de la mañana de fiesta con 5 amigos mas. Regresan a las 5.30 am y al día siguiente no consiguen realizar su plan previsto.

Normalmente conocemos la solución a los problemas teóricos, pero los prácticos pueden tener varias soluciones, son únicos, genuinos, y mucho mas complejos.

Los problemas teóricos de la escuela solían tener soluciones teóricas. Si un profesor nos decía: ¿cual es la capital de Croacia? Podíamos fácilmente responder. Pero ¿cómo resolvíamos los conflictos con compañer@s pese a saber lo que era correcto o mas adecuado? ¿de dónde sacábamos la decisión de a que dedicar nuestra vida? ¿cómo conseguíamos ser constantes en los estudios pese a saber que debíamos serlo? ¿cómo nos enfrentábamos a situaciones que no tenían una sola respuesta y que además requerían una solución práctica? Este es un reto que tendremos toda la vida.

¿Cómo aplica esto a uno mismo y a las organizaciones?

Pues bien, vamos a ver rápido como tenerlo en cuenta ambos ámbitos, y en otras entradas hablaremos más en profundo y buscaremos soluciones (teóricas o escritas para luego llevar a la práctica). Vamos allá:

¿Dónde está el gap ejecutivo teoría-práctica en el día a día personal?

Por un lado, tenemos un tema de coherencia. Todos tenemos un concepto sobre nosotros, de lo que somos, de lo que queremos hacer, de lo que es importante en la vida para nosotros, de quienes son importantes para nosotros, de que valores conducen nuestro motor de acción. Pero, ¿estamos enfocados en el día a día o alineados con este concepto que tenemos en nuestra mente sobre nosotros?

Muchos estudios sobre estrés que giran en torno al Mindfulness ponen en entredicho, que uno de los factores que mas están afectando a las personas en la vida moderna es el deseo de querer hacer demasiadas cosas, y también la incoherencia de a qué dedico mi tiempo vital y cuales son mis prioridades en la vida.

Esto es un GAP ejecutivo: pienso que soy una persona familiar y que son lo más importante, pero en la práctica no estoy presente ni les dedico mi atención y mi amor como realmente desearía.

Por otro lado, está que no siempre estamos listos para la cruda realidad. Cuando planificamos o planteamos metas personales, hay muchos factores externos que no hemos tenido en cuenta o que sorprenderán a la inteligencia en el proceso; igual que factores internos, algunos incluso que trabajan a nivel inconsciente, como nuestros pensamientos, nuestro diálogo interior, un exceso de confianza, unas expectativas determinadas, emociones inesperadas, etc…todo esto influirá en el curso de la acción práctica.

¿Dónde está el gap ejecutivo teoría-práctica en el día a día organizativo?

Por un lado, en la diferencia entre gestión percibida y gestión efectiva. Sobre todo a nivel de dirección, que es la que más nos interesa, se plantean un sin fin de directrices, valores, misión, objetivos, etc…pero luego de todo ello: ¿que es lo que se aplica o se pone en marcha? Y otro punto que he notado en muchas organizaciones: se plantea una misión y una marca que luego de camino al nivel operativo va perdiendo fuerza y cada vez se parece menos a la directriz mas alta o a la verdadera misión.

Es decir, hay un gap desde lo que la empresa «teóricamente» cree que está pasando a nivel operativo, a lo que realmente está pasando.

Por otro lado, que el día a día organizativo está lleno de sorpresas. Las organizaciones plantean objetivos, planes, presupuestos, escenarios y proyectos de forma muchas veces teórica, en papel o diapositivas de una reunión. Pero luego la práctica es mas rica en poner obstáculos que el papel, y entran en juego un sin fin de factores que no habíamos tenido en cuenta o que simplemente desconocíamos que iban a pasar. Incluso hay factores de los que ni somos conscientes (hay empresas que no se ven a ellas mismas de una determinada manera).

Es este el enfoque que a través de la inteligencia ejecutiva en equipos tratamos de desarrollar. Trabajando con ellos y ayudándoles a enfocar, a planificar, a no dejar tareas a medias, a no ser impulsivos y demás habilidades conseguimos que sean cada vez más metaconscientes y puedan trabajar siempre sobre ese GAP.

Nos vemos en la acción 😉

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