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Las organizaciones que no se emocionan

Emociones en el entorno laboral

En los contextos actuales los profesionales ven cada vez más necesario que sus emociones «se tengan en cuenta».

¿Qué les pasa a las organizaciones que no se emocionan? Nuestro liderazgo puede ser resonante o emocional si desarrollamos la función 4 de nuestro modelo: La gestión de las emociones.

Un sistema ejecutivo dañado en una persona, la deja «vacía de pasiones»; en las organizaciones donde nos olvidamos de sentir y hacer sentir emociones a los equipos pasa lo mismo.

Un liderazgo ejecutivo hace que la organización se emocione, y hace emocionarse a los equipos para tomar decisiones mejores y mas adaptativas según el entorno y la situación concretas. ¿Qué pasa en las organizaciones cuando los niveles de dirección dejan de estar en contacto con la operativa? ¿Qué pasa cuando los niveles de dirección dejan de emocionarse y hacer sentir pasiones en los demás?

En estos casos la organización se vuelve muy racional, todo se vuelve como muy conceptual y cognitivo, pero hay poca «chispa», no sabemos porque pero en general se habla de la directiva y la cultura como una desensibilizada, fría y no emocional.

Cuando toma decisiones, nunca me tiene en cuenta. Le dice el cuerpo al cerebro.

Pues bien, en esta entrada vamos a hablar de las organizaciones que han dejado de emocionarse, y sobre todo de estar en contacto con la operativa, con el día a día práctico y con sus pasiones. La capacidad de gestión y control emocional es una de las funciones ejecutivas mas importantes para dirigir nuestra acción a nuestras metas. En las organizaciones existe la misma necesidad, y es uno de los déficits ejecutivos mas acusados de las organizaciones.

Vamos a pensar en la dirección como el sistema ejecutivo del cerebro, responsable del poner nuestro mundo emocional en pro de nuestras metas. Los equipos operativos serian el cuerpo en su conjunto, lo que entra en contacto con todo y produce los resultados de la acción, y es cómplice de decisión del razonamiento.

Cuando hablamos de ciertas organizaciones o culturas solemos decir: «En esta empresa en la dirección son todos muy fríos; no sientes emociones en el día a día cuando hablas con ellos; parece que falta algo de pasión; nada nos remueve hace tiempo; falta chispa; son todos un poco asaboríos«.

Lo que estamos escuchando no aplica a un entorno estático en cuanto a tareas, porque siempre están activos, sino que es mas un aburrimiento sentimental, porque hace tiempo que no sienten, que nada les mueve por dentro.

Tenemos claro que los niveles de dirección al final deben estar conduciendo la organización, y no pueden estar metidos en el caos del día a día. Pero la pregunta que nos hacemos es: ¿Alejarse demasiado produce una desensibilización emocional? ¿afecta esto a los equipos? Si y si.

¿Cómo sabemos que mi organización tiene este déficit?

Hay varias formas de saber si nuestra organización tiene un déficit en el control emocional, y estos son algunos de los síntomas:

  • La directiva parece haberse «desensibilizado» de los problemas diarios y de la operativa.
  • No se manifiestan apenas emociones positivas como ilusión, alegría y no se celebran a penas los éxitos. O por lo menos los equipos operativos no se enteran…
  • No hay grandes altos y bajos emocionales, tanto positivos como negativos. Hay una vida emocional lineal…no pasan cosas emocionantes. O no hacen que pasen cosas emocionantes.
  • Se suelen apartar las emociones del entorno de decisión empresarial. No se habla de ellas en estos ámbitos.
  • No se les da espacio en las reuniones y no se dedica esfuerzo a gestionarlas o reconciliarlas como necesitan.
  • La directiva no se enfoca en generarlas en la experiencia de nuestros profesionales durante su vida en la organización.

Las emociones nos hacen mas inteligentes, y son el apoyo del razonamiento, ya que incluyen a todo el cuerpo en la toma de decisiones.

Si algo sabemos de las emociones, es que son respuestas fisiológicas que nos ayudaron y nos ayudan a responder a los interrogantes del entorno. Producen cambios fisiológicos en nosotros, y de esta forma nos ayudan a interpretar, reaccionar y adaptar el entorno. No siempre somos dueños de ellas, pero si que las podemos gestionar con una complejidad única como humanos.

Podemos pensar sobre ellas, con los sentimientos, rememorarlas, contagiarlas y manejarlas. A veces producen la mejor respuesta, y a veces toman el control de la vida por si solas y nos hacen ir donde no queremos. Sabemos gracias a neurocientíficos como Damasio, que ya no solo razonamos con el cerebro, sino con todo el cuerpo, las vísceras y sus capacidades somatosensoriales.

Damasio y otros científicos, se asombraron al descubrir, como lesiones en las partes ejecutivas del cerebro, producían una vida libre de pasiones, de emociones. Los pacientes con estas lesiones conocían el significado de las emociones y sus tragedias y las de los demás, pero no podían sentir nada. Cuando el entorno de ellos ponía intención en sus acciones, y en un nuevo modo de vida, una vez superado un accidente casi mortal, la ciencia demostraba que eran presos de un déficit ejecutivo: no podían tomar decisiones acertadas porque no se podían emocionar.

El caso de Elliot

Esto es lo que cuenta Antonio Damasio, de uno de sus pacientes con lesión prefrontal (base del sistema ejecutivo del cerebro) y que manifiesta lo que queremos debatir: la necesaria conexión de las emociones con el cuerpo para tomar mejores decisiones y ser mas inteligentes ejecutivamente.

«Elliot todavía era físicamente competente y la mayoría de sus capacidades mentales estaban intactas. Pero su capacidad de alcanzar decisiones estaba dañada, como también lo estaba la de trazarse un plan efectivo para las horas siguientes, por no decir ya los meses y los años de su futuro.  Los individuos sin estas lesiones y con una inteligencia y educación comparable a Elliot se equivocan y toman decisiones erróneas, pero con estas consecuencias sistemáticamente calamitosas. Los cambios en él tenían una magnitud mayor y eran un síntoma de enfermedad. Tampoco dichos cambios eran consecuencia de una debilidad de carácter, y desde luego no eran controlados voluntariamente por el paciente; su causa básica, simplemente, era una lesión en un sector determinado del cerebro. Además, los cambios tenían un carácter crónico. La condición de Elliot no era transitoria. Iba a perdurar».

Damasio, A. El error de Descartes. Pag, 58

De lo que se da cuenta Damasio, es que Elliot podía contar su vida y tragedia de una manera despegada y no emocional. La magnitud de su desapego además estaba en desacuerdo a la magnitud de sus acontecimientos. Por más grave que fuera la situación, Elliot la podía describir fría y separadamente, como si la cosa fuera con otro. Siempre permanecía impasivo y desapasionado, no implicado en el asunto. Y lo más curioso: Elliot no parecía hacer esfuerzo alguno para reprimir su afecto.  Sabía a nivel cognitivo sobre su desgracia, pero no la sentía. Aquí fue donde Damasio encontró la puerta abierta: ¿estaban las emociones vinculadas a la toma de decisiones? Al final Damasio acierta en su proposición: «Empecé a pensar que la sangre fría del razonamiento de Elliot le impedía asignar valores diferentes a opciones diferentes, y hacía que el paisaje de su toma de decisiones fuera desesperadamente plano».

Una organización que se emociona, lidera mejor a sus equipos y los mueve a tomar mejores decisiones.

Por lo tanto, hemos de tener en cuenta los siguientes factores si queremos llevar a cabo un liderazgo ejecutivo:

  • La conexión con la operativa es fundamental: para seguir emocionándonos sobre el día a día, viendo el sentido de los productos y servicios, las historias de los equipos y demás aspectos.
  • Las emociones nos pueden llevar a mejores decisiones, a veces mas arriesgadas, pero seguramente mas acertadas. Cuando una emoción se presenta, normalmente ponemos una razón por encima que la justifica. Un error común en las organizaciones.
  • Pensemos en que queremos hacer sentir y si queremos que la experiencia de nuestros equipos sea profesional, sea competencial pero también emocional. Hagamos que se sobrecojan.
  • Hagamos caso al cuerpo. Muchas veces trae una mejor respuesta sobre todo porque la ha elaborado en el terreno de la inconsciencia con mucha mayor precisión de la que pensamos. La intuición está en el estómago.

Nos vemos en la acción 😉

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3 comentarios

  1. Artículo increíble, lo estoy compartiendo con mi jefe. Mi organización está en ese punto, ojala despertemos.
    Gracias por inspirarme.

    1. Gracias Elena! Con ese sentido y misión escribo. Son pequeñas reflexiones, sobre cosas muy finas pero importantes. Al final la excelencia se encuentra en la gestión de estas pequeñas cosas. El grado de emocionalidad de vuestros equipos depende de vosotros, así que ánimo y cualquier consejo que necesites, aquí me tienes.
      Saludos!

  2. Artículo increíble, lo estoy compartiendo con mi jefe. Mi organización está en ese punto, ojala despertemos.
    Gracias por inspirarme.